MEMOCRACIA…  EL PODER DE LOS IDIOTAS   (Cinco leyes fundamentales de la estupidez humana)

En 1976, un profesor de historia económica de la Universidad de Berkeley en California, llamado Carlo María Cipolla (Pavía, Italia 1922-2000), - si, lo sé, el apellido tiene cojones-  publicó un ensayo que describía las leyes esenciales de una fuerza que él percibía como la mayor amenaza existencial de la humanidad…  LA ESTUPIDEZ.

 

En su publicación dejaba claro que La sociedad se divide en cuatro tipos de personas, a saber: inteligentes, bandidos, incautos y estúpidos.

 

Siendo estos últimos los más peligrosos…

 

Esta semana intentaremos demostrar por qué no debemos subestimar a este grupo, y por qué pueden suponer una mayor amenaza de lo que parecen. La gente estúpida, explicaba Cipolla, comparte varios rasgos identificativos: son abundantes, son irracionales y causan problemas a otros sin un beneficio aparente para sí mismos, reduciendo así el bienestar de la sociedad.

 

“No existe defensa contra la estupidez  -argumentó el profesor de raíces italianas-  y la única manera en que una sociedad pueda evitar ser víctima de las acciones  de la gente idiota que tiene en su seno, es que la que no lo sea trabaje más duro para compensar las pérdidas de sus necios compañeros”.

 

Si nos tomamos la molestia de echar un vistazo sobre el personal que nos rodea, e intentamos ser analíticos y dejar de lado nuestras creencias personales, pronto nos daremos cuenta de que la cantidad de zotes, pendejos, tarugos, mentecatos, mendrugos, gilipollas, iluminados, alelados, imbéciles y estúpidos por metro cuadrado parece aumentar cada año, en detrimento de las personas llamémosles “normales”.

 

De ahí, que tras arduos análisis, Cipolla llegara a la conclusión de que la estulticia del ser humano podía ser cuantificada, y desglosada en cinco leyes fundamentales que recogerían perfectamente todos los aspectos que definen dicha conducta.

 

Démosle un vistazo rápido a esos cinco preceptos básicos:

 

Ley esencial de la estupidez humana nº 1:

 

“Inevitablemente todo el mundo subestima siempre el número de individuos estúpidos que nos rodean”.

 

No importa de cuantos idiotas estemos convencidos de tener a nuestro alrededor, escribió el catedrático, hay muchos más de los que creemos. Este problema se ve agravado por suposiciones sesgadas de que ciertas personas son inteligentes, que están basadas en factores superficiales como su trabajo, nivel de educación u otros rasgos que pensamos que son exclusivos de la inteligencia… pero nada más alejado de la realidad, ya que son conceptos completamente independientes.

 

 Lo que rápidamente nos lleva al segundo postulado.

 

Ley esencial de la estupidez humana nº 2:

 

“La probabilidad de que una persona sea estúpida es independiente de cualquier otra característica de esa persona”.

 

Cipolla nos indica, que la idiotez es una variable que permanece constante en todas las poblaciones. Cada categoría que se pueda imaginar – género, raza, nacionalidad, nivel de educación, ingresos – posee un porcentaje fijo de personas necias. Hay profesores universitarios cretinos. Hay gente estúpida en el “Foro de Davos” y en la Asamblea General de la ONU. Eso sin pasar por alto las inmensas cantidades de gente imbécil en cada nación en la tierra.

 

¿Cuál sería el número exacto de las personas ineptas entre nosotros? Sería imposible evaluarlo. Y, de todos modos, cualquier suposición probablemente entraría en conflicto con la primera disposición.

 

Ley esencial de la estupidez humana nº 3:

 

“Una persona estúpida es una persona que causa pérdidas a otra persona o a un grupo de personas, mientras que no obtiene ningún beneficio e incluso puede que sufra por sus acciones”.

 

El profesor llamó a esto la “Ley de Oro de la estupidez”.

 

Una persona estúpida, según el economista, es aquella que causa problemas a otros sin ningún beneficio claro para sí mismo. ¿El tío incapaz de dejar de publicar artículos de noticias falsos en Facebook?, es estúpido. ¿Ese trabajador que a pesar de estar advertido varias veces sobre ello, crea deliberadamente problemas en su puesto de trabajo, complicando la existencia tanto a sus compañeros como a sí mismo? hace el idiota, ¿El operador de servicio al cliente que te mantiene en el teléfono durante una hora, te cuelga dos veces, y de alguna manera todavía se las arregla para estropear tu cuenta?, sin duda alguna, también obra con insensatez.

 

Esta ley también introduce otros tres fenotipos que Cipolla dice que coexisten junto con el del estúpido.

 

El individuo inteligente, cuyas acciones benefician tanto a sí mismo como a los demás. El bandido, que se beneficia a expensas de otros, y por último la persona incauta, cuyas acciones enriquecen a otros a sus expensas.

 

El investigador imaginó los cuatro tipos a lo largo del gráfico que podéis observar en la fotografía que sigue.

 

 

La gente inteligente es un grupo con defectos e inconsistente. A veces actuamos de forma perspicaz, a veces somos bandidos egoístas, a veces reaccionamos sin poder contenernos y otros se aprovechan de nosotros, y a veces somos un poco de ambas cosas. Los estúpidos, en comparación, son parangones de consistencia, actuando en todo momento con una idiotez inflexible.

 

Sin embargo, esa necedad persistente es la única cosa relevante sobre la gente estúpida. Es lo que hace que este tipo de personas sean tan peligrosas. Sobre este tema Cipolla nos explica que:

 

“Esencialmente, las personas estúpidas son peligrosas y perjudiciales porque las personas razonables encuentran difícil imaginar y entender un comportamiento irrazonable. Una persona inteligente puede que entienda la lógica de un bandido. Las acciones del bandido siguen un patrón de racionalidad: podemos llamarla racionalidad peligrosa, pero es lógica. El bandido quiere aumentar su riqueza. Dado que no es lo suficientemente inteligente para idear formas de conseguir lo que quiere, así como darle algo de valor, simplemente lo cogerá de los demás. Todo esto es malo, pero es razonable y si eres razonable puedes predecirlo. Puedes predecir las acciones de un bandido, sus nefastos planes y sus maquinaciones, y a menudo protegerte de ellos. Con una persona estúpida todo esto es absolutamente imposible, como lo explica la Tercera Ley Básica. Una criatura estúpida te acosará sin razón, sin ventaja, sin ningún plan o esquema, y en los momentos y lugares más improbables. No existe manera racional de saber cuándo, cómo o por qué ataca esa estúpida criatura. Cuando te enfrentas a un individuo así, estás completamente a su merced”.

 

Este razonamiento hace que se formule el siguiente precepto.

 

Ley esencial de la estupidez humana nº 4:

 

“Las personas inteligentes siempre subestiman el poder perjudicial de los individuos estúpidos”.

 

En particular, frecuentemente pasamos por alto que en todo momento y en cualquier circunstancia, tratar y/o asociarse con personas estúpidas siempre resulta ser un error caro. Subestimamos a los idiotas, y lo hacemos bajo nuestro propio riesgo.

 

Esto nos lleva al quinto y último principio.

 

Ley esencial de la estupidez humana nº 5:

 

“Una persona estúpida es el tipo de persona más peligrosa”.

 

De esto se deduce inmediatamente que, un cretino es más peligroso que un bandido.

 

No podemos hacer nada contra los necios. La diferencia entre las sociedades que se derrumban bajo el peso de sus ciudadanos estúpidos y las que los trascienden es el esfuerzo por parte de las personas no estúpidas.

 

Las comunidades que progresan a pesar de su estupidez, lo hacen porque poseen una alta proporción de personas que actúan de forma inteligente. Estos son los que compensan las pérdidas de los estúpidos al obtener ganancias para ellos y sus compañeros.

 

Las sociedades en declive tienen el mismo porcentaje de gente estúpida que aquellas con éxito, pero también tienen altos porcentajes de personas ingenuas y el autor del tratado nos resalta la siguiente realidad.

 

Hay una alarmante proliferación de bandidos propensos a la necedad, y este cambio en la composición de la población no idiota fortalece inevitablemente el poder destructivo de la fracción estúpida y hace que la decadencia se convierta en una certeza”.

 

Finalmente, concluye aseverando que.

 

“Un idiota mas, alterando el equilibrio, y el país se irá al infierno”.

 

Carlo M. Cipolla dixit

 

Obviamente sería estúpido por mi parte creer que está todo dicho acerca de este tema, porque ni siquiera hemos arañado la cuestión de los idiotas que, o bien llegan a gobernar, (un asunto que siempre hiere sensibilidades), o son los acérrimos seguidores de alguien que sistemáticamente les decepciona, y aun así le siguen defendiendo como si de ello dependiera su vida.

 

También estoy convencido de que valdría la pena, analizar aunque solo sea muy por encima, él porque la gente probadamente sensata, se comportan muchas veces como auténticos zoquetes, sin tener en cuenta los actos de los tarados de su entorno, tratándolos como a personajes graciosos a los que no se toman en serio, y recibiendo a la larga perjuicios por los actos de los imbéciles a los que subestimaron.

 

Esto son solo breves apuntes de lo que en realidad sucede a nuestro alrededor.

 

Y, la verdad es que si no tenemos en cuenta a los necios en la medida de lo peligrosos que son, cada vez  nos acercaremos mas a un modelo de sociedad como la que se vislumbra en la película de  2006 “Idiocracia”, basada en  un guion de Etan Cohen y Mike Judge, dirigida por este último, e interpretada por Luke WilsonMaya RudolphDax Shepard y Terry Crews entre otros, donde  se muestra como el hecho de que los idiotas se reproduzcan con más facilidad y en mayor cantidad que las personas inteligentes, hace derivar la sociedad hacia un gobierno totalitario, que formado por los mayores zoquetes del mundo, gobierna sobre una población, donde todos son estúpidos carentes de formación, que viven permanentemente embrutecidos por el alcohol, las drogas, el sexo y  la telebasura, una suerte del “Mundo Zombi” que suele siempre citar nuestro particular genio criminal, el Doctor Mabuse.

 

Creo que deberíamos plantearnos todos, si es eso en realidad lo que queremos, una sociedad de humor fácil y domesticado, basada en el hedonismo y las recompensas fáciles a corto plazo, donde nunca se ofenda ni cuestione a nadie, y donde tampoco importe nuestro esfuerzo personal, o nuestra creatividad a la hora de conseguir lo que deseemos… 

 

¡Felicidad liofilizada al alcance de cualquier idiota…!

 

Para que os motivéis mientras le dais un par de vueltas a lo que os he contado, aquí os dejo el tráiler de la película mencionada, para que podáis ver lo cerca que esta la ficción de la realidad más escalofriante.

 

 

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