Decia a mis padres el abuelo de una de mis compañeras de residencia, al que siempre por alguna extraña razón visité en una habitación a oscuras...
 
- “¡Cuidad que siempre esté lejos del mar...!”
 
Como si yo tuviera que tener alguna razón para temer al agua cuando siempre me he sentido atraida por ella. Como se sabe, los que nacemos bajo los signos acuáticos -el mio es el de Escorpión- sentimos una natural predilección por el liquido elemento. También se dice que poseemos ciertos dones psiquicos, pero esto es otra cuestión. En cualquier caso, tal era el criterio de aquel hombre extraño a quién no podria describir aunque de ello dependiera la salvación de mi alma, -lo cual, dicho a la luz del dia, mitiga su real dimension, y no revela la profunda repugnancia que despertó en mi- que llegó a afectar de tal manera a mi padre, que antes de morir en un extraño accidente de circulación, se habia obsesionado tanto con esta frase que solia repetirla con frecuencia... después, ya no fue necesario, dado que mi madre me crió entre montañas, bien lejos de la vista, del ruido y los olores del mar.
 
Pero tarde o temprano sucede lo que tiene que suceder. Me encontraba estudiando en una universidad del Medio Oeste cuando murió mi madre. Una semana después, fallecia tambien mi tio paterno Alfred, dejándome cuanto poseia. Yo no habia llegado a conocerle, y lo unico que recordaba de el, era que lo consideraban el excéntrico de la familia. Por lo visto yo era la única descendiente directa del linaje de mi padre, siendo la única heredera de las posesiones de mi estirpe. Acudi al despacho de los abogados que tenian a su cargo la resolución de la herencia de mi pariente, y me comunicaron que se me habia otorgado la posesión de una casa solariega en un pueblecito de Massachusetts, llamado Innsmouth, además de una desahogada cantidad de dinero y una cadena labrada en plata antigua que estaba depositada en la caja fuerte de la mansión.
 
Al conocer todo esto decidi trasladarme al pueblo para tomar posesión de la propiedad. Mi primera acción fue usar el valor monetario para saldar todas las deudas que tenia, restándome aún el suficiente dinero después de esto como para no tener que volver a la universidad, ni verme obligada a emprender trabajos que no me apetecieran. Mi propósito era precisamente llevar a cabo lo que me habia sido prohibido durante veinte años... ver el mar y tal vez comprar un velero, un yate o lo que quisiera...
 
Pero las cosas no iban a resultar como yo esperaba. Me trasladé a Innsmouth y me encontré con un pueblo realmente extraño. Las casas eran casi todas de manufactura colonial, construidas en madera y con ese peculiar estilo que impera en Nueva Inglaterra, con techos picudos y extrañas buhardillas de ventanas tapiadas. La gente no era cordial y miraban a los forasteros con recelo. Sin embargo, algunos me sonreian cuando averiguaban quién era yo, pero en sus sonrisas habia algo extraño y enigmático, como si supieran algo inconfesable de tio Alfred.
 
Afortunadamente pude trasladarme por fin a la casa. Ésta, estaba materialmente colgada sobre los acantilados que dominaban la bahia de Innsmouth. Daba la impresión de que se trataba de algún animal antidiluviano agazapado y vigilante. Alli me recibió un hombre que dijo ser el antiguo secretario de mi tio. Era alto y ancho de espaldas y vestia totalmente de negro. Su cabello era rubio y su tez muy pálida. Un extraño rictus de crueldad soterrada parecia bailar en la media sonrisa que se dibujaba en sus labios. Me condujo al interior donde fácilmente pude comprobar que mi tio habia sentido una atracción casi morbosa por el mar. Los libros de la biblioteca, los tapices de las paredes e incluso las tallas en madera diseminadas por las habitaciones, todas aludian a extrañas y temibles deidades marinas o a sucesos extraños relacionados con los océanos. El extraño hombre de negro me hizo pasar al despacho de mi tio, presidido por un enorme tapiz en el que estaba tejida una inquietante figura. Se trataba de alguna extraña perversión de la figura de Escorpión, de cuando probablemente la constelación tenia un aspecto diferente del que tiene ahora. Se trataba de un ser que se adivinaba ciclópeo, escamoso y bipedo con vagas reminiscencias humanoides. Dos alas de murciélago se mantenian desplegadas desde su espalda y el lugar que debia ocupar su rostro, justo debajo de dos ojos violaceos y malévolos, una acumulación de tentáculos serpentinos se desenroscaba hasta su pecho. Aquella composición pareció remover algo en mi interior como si la hubiera contemplado antes de ese momento. Al pie de la figura rezaba la palabra Cthulhu en caracteres estilizados.
 
El secretario abrió una pequeña caja fuerte. Me entregó un libro grande, sólidamente empaquetado y una caja de terciopelo negro. En el interior de la misma descansaba la cadena. Pude observar que aparentaba estar hecha de plata antigua, pero tenia un brillo extraño, que sugeria que estaba aleada con algún otro metal que no pude reconocer, mediria unos cincuenta centimetros de largo, con sendos lazos de cierre, rematados por lo que parecian trenzas de cabello humano. En cada extremo de la figura habia una reproducción en miniatura de la figura del tapiz. Los ojos de cada una de ellas tenian incrustadas unas amatistas de venenoso color violeta que destacaban sobre el lunar brillo del metal. El hombre de negro se dirigió hacia mi y con tono frio, monocorde como el batir de las olas contra una costa de piedras enmohecidas me dijo...
 
- En el momento que aceptes esta joya arcana, tendrás que estar dispuesta a aceptar las cosas tal y como vengan sin fijarte ningún tipo de limite... y vivir plena y conscientemente sin sujetarte a más leyes morales que las que tu te marques...
 
Dicho lo cual pasó por mi lado como el viento del invierno y salió del despacho sin ni siquiera volver la cabeza. Sorprendida, fui tras él para que me explicara lo que habia querido decir y cuando sali al salón, habia desaparecido como si no hubiera existido jamás.
 
Extrañada me acerqué a una de las ventanas para ver si lo podia localizar, pero en el jardin nada más pude ver a un rudo y alto mocetón que recortaba los setos. Reconoci en él al hijo del tendero del pueblo. Sabia por referencias que se trataba de un joven con un cierto retraso mental que hacia pequeños trabajos para la vecindad. Llevaba un sucio mono gris de trabajo y su largo pelo recogido en una cola de caballo. Retrocedi de nuevo hacia el despacho de mi tio y alli volvi a contemplar en silencio el extraño tapiz.
 
Movida por un extraño impulso saqué la cadena del estuche y me la puse. Al instante, todo pareció cambiar, fue como si contemplara las cosas a traves de un cristal tras el que se movieran las aguas. Una leve excitación recorrió mi cuerpo endureciendo mis pezones. Todo parecia latir con una cadencia ultraterrena. Lentamente, me dirigi hacia la puerta del jardin notando como la casa misma parecia respirar a mi alrededor. Atravesé el dintel, saliendo fuera, y mis pasos me llevaron al encuentro del jardinero, al llegar junto a el, pude apreciar la impresión que mi persona le causaba...
 
Siempre he sabido que el conjunto de mi larga cabellera pelirroja, el ovalo de la cara, y los grandes ojos verdes, junto con mis pechos altos, turgentes y la forma de mis caderas, atraen poderosamente a los hombres desde que tenia muy corta edad. No obstante, esta vez fue diferente. Senti ganas de cantar mientras me dirigia hacia él desabrochándome la blusa. Fue como si en ese momento fuese más consciente que nunca de mi sexualidad. Los dos nos vimos envueltos en una vorágine que me hizo perder la noción de las cosas...
 
Lo siguiente que recuerdo es haber despertado en la playa con mi cuerpo desnudo y rebozado en arena húmeda y una cálida y pegajosa sensación en los labios. Me relami sensualmente disfrutando de la dulzura del liquido que manchaba mi cara y me giré hacia un lado... Alli, con los ojos horrorosamente abiertos y la boca congelada en un mudo grito de pánico se hallaba el cuerpo del joven jardinero, destrozado, con la garganta abierta y las costillas asomando rotas por su pecho desgarrado. Donde deberia estar su corazón solamente habia un agujero ensangrentado.
 
Lentamente, en lugar de asustarme, me desperece sensualmente, chupandome con parsimonia los dedos y mientras me dedicaba de nuevo a la deliciosa tarea de terminar de devorarlo, no pude por menos que pensar con una leve sonrisa, en lo feliz que deberia de sentirse, al fin y al cabo, no podia quejarse, le otorgué el goce de mi cuerpo, pero sencillamente... ¡ mi amor, le habia robado el corazón... !
 
Al terminar, me decidi por fin a leer el libro que me habia dado el hombre de negro. Se trataba de una obra antigua llamada El Necronomicón y en él, pude encontrar el significado del apellido de mi familia, Dagon, que es en realidad, el nombre de un antiguo monstruo del mar, dueño y señor de los seres del abismo, vástago del demonio primordial Cthulhu, quien algún dia, cuando las estrellas vuelvan a estar correctamente alineadas, regresará para reconquistar la tierra... cuando esto ocurra, nosotros, los profundos, los que habitamos en tierra y mar, a los que los antiguos llamaban nereidos, gobernaremos a su lado, ya os advirtio Homero en la Odisea, del peligro de cruzarse con mi pueblo... el de las sirenas.
 
Ahora, quemaré la mansión para no dejar ninguna huella, y luego, nadaré a mar abierto para reunirme con mi pueblo y dirigirnos hacia los ocultos lugares de adoración donde esperaremos la vuelta de nuestro Dios...
 
 
¡ Buenas noches queridos lectores !...
Os escribo cómodamente arrellanado sobre una corroida lápida de este cementerio donde resido. Me gustaria que pudierais ver la luna que me alumbra, grande, gibosa y de un profundo color rojo de sangre. A la sombra de esta acogedora gárgola que parece contemplarme con sus vacios ojos, carcomidos por el musgo y la lluvia, he emplazado mi máquina de escribir, para poderos contar con tranquilidad, la historia de la doncella del mar...
 
¡ Que tengais unas tetricas noches, seres de las sombras... Os deseo dulces pesadillas... !
 
Saludos para todos los que disfruteis de las delicias de esta seccion y sobre todo para ella, para mi Seductora Oscura...
 
Por cierto, me gustaria que esta pequeña historia basada en los mitos de Ctulhu, hubiera conmovido vuestras almas... y recordad que si una noche de verano os decidis a ir a nadar a la playa bajo la luna y ois una dulce y melancólica canción, que parece que provenga de esa solitaria mujer que está sentada en al arena, mejor que deis la vuelta, subáis el volumen del radiocassette de vuestro coche, y busquéis una playa más lejana... no vaya a ser que la chica tambien esté hambrienta... de pasion...
 
Sergio Vargsson.
 
"Hay un lugar, donde vagan las almas inquietas... Cargan el peso de su propia tristeza, esperando la oportunidad de enmendar el mal... Solo entonces podran reunirse con sus seres queridos...
Y algunas veces, un vampiro les muestra el camino..."

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