Título: Drácula
Autor: Bram Stoker
Ilustraciones: Beatriz Martín Vidal
Editorial: Anaya
Págs: 432
Precio: 18 €
 
 
Definitivamente hay novelas que no pasan de moda, ya sea por lo imperecedera que se nos hace su trama principal, ya sea por la manera magistral en la que están escritas. Algunas de estas obras pueden, además, presumir de cumplir con estos dos requisitos. Para mí, Drácula, la genial novela de Bram Stoker reeditada por Anaya recientemente, en una versión ilustrada por Beatriz Martín Vidal, es una de ellas. 
 
Jonathan Harker, un joven procurador inglés, viaja a un recóndito lugar de Los Cárpatos transilvanos para explicarle al conde Drácula, un cliente de su jefe, la forma de adquirir una propiedad en Londres. Tras un extraño viaje lleno de misterio y supersticiones, Jonathan llega a su destino, el castillo donde habita el extraño conde Drácula. Poco le hace sospechar al joven, justo en el momento de su llegada, que el hombre que le abre las puertas de su morada es un ser sobrenatural maligno, que lo que verdaderamente pretende el conde con su adquisición es la conquista de toda Inglaterra, y que en su periplo por las tierras inglesas el conde hará daño a muchas de las personas que Jonathan quiere. ¿Conseguirán el joven y sus amigos parar al monstruo? 
 
Confieso que no había leído Drácula hasta ahora, también que esperaba, como me ha sucedido con otros grandes clásicos llevados al cine tantas veces y distorsionados tantas otras, que me decepcionara en cierta medida su lectura. No sabéis cuanto me ha alegrado comprobar que estaba equivocada. Y es que la lectura de la novela de Bram Stoker me ha resultado verdaderamente fascinante, tanto, que me ha dado pena acabar de leerla. Ahora sí que puedo decir que los puristas del género vampírico estaban en lo cierto: superar a Drácula es harto difícil, y los que lo intentan, suelen quedarse a medias cuando no hacen el ridículo a los ojos de los amantes del malvado conde. 
¿Qué tiene el conde Drácula que lo hace mucho mejor, más grande y perverso, que el resto de los vampiros? Tantas cosas que sería difícil decantarse por una sola. Drácula es el ser demoniaco que puede cambiar de anciano a joven a su antojo, el tipo que domina a los lobos y  los elementos atmosféricos. Él puede meterse en la mente de sus víctimas mucho antes de morderlas; nunca se sabe por dónde va a atacar; tiene montones de planes para huir cuando se ve amenazado. Es refinado, y a la vez una bestia. Es cruel, pero a la vez teme a sus enemigos. En definitiva, Drácula es único e irrepetible. 
 
Pero no nos engañemos, amigos, pensando que esta obra solo versa sobre la maldad de un ser terrorífico, pues Drácula es mucho más que eso. Esta es una novela que nos habla de la eterna lucha del bien y del mal, pero también del poder de la amistad, el amor y la inteligencia humana por encima de todas las cosas. ¿Y cómo podríamos darnos cuenta de todo eso, y mucho más, si no nos encontráramos con una escritura perfectamente estructurada y unos personajes lo suficientemente sólidos? 
 
Hablando de personajes, es necesario decir, llegados a este punto, que en realidad Drácula no aparece tanto a lo largo de las páginas de esta obra como muchos esperarían. La mayor parte del tiempo el conde se nos presenta en un interesante segundo plano, como una sombra de la que los otros personajes no pueden deshacerse. ¿Y quiénes son los otros personajes? Jonathan Harker, el joven procurador al que el conde casi vuelve loco; Mina Murray (después Harker), la interesantísima  e inteligentísima prometida, después esposa, de Jonathan Harker; Lucy, la amiga de Mina de la que todos se enamoran y que, digamos, solo el conde puede poseer; Arthur (Lord Godalming), el sufrido prometido de Lucy; el doctor John Seward, el psiquiatra fascinado por la evolución de su extraño paciente, Renfield; el profesor Van Helsing, experto cazador de vampiros y Quincy Morris, el caballero americano. 
 
Aunque todos los personajes, como decía antes, están perfectamente perfilados, he de admitir que he quedado especialmente cautivada por el de Mina, ya que se nos presenta como una mujer tan inteligente o más como cualquier hombre de la época (finales del XIX), una más del grupo de cazavampiros que tendrá que acabar con el conde para salvar las almas de todos los que han caído en sus redes. Mina es una chica sensible, pero a la vez fuerte que haría cualquier cosa por su amado y sus amigos. A pesar de los peligros, Mina no se achanta en ningún momento. Y por mucho que Drácula intente dominarla, no lo consigue. 
 
Acabo de decir que Drácula intenta dominar a Mina, al igual que hizo primero con la pobre Lucy y con el enfermo mental Renfield. Creo que ésta es el arma más temible y más peligrosa del conde: su poder para meterse en la mente de los otros y convertirlos en una especie de zombis a su servicio. ¿Tiene este acto algo de sexual, como muchos han indicado? Yo no lo creo. A mi parecer, solo hay algo de erotismo en la escena en la que Jonathan se encuentra con las vampiresas en el castillo del conde. Lo que ejerce Drácula sobre Mina y Lucy es más un acto de dominación pura, sin más matices, que otra cosa, tal y como yo lo veo. Pero juzgad vosotros mismos cuando leáis esta novela (o la releáis). 
 
No podría acabar esta reseña sin hacer alusión a la magnífica prosa empleada por Bram Stoker, sus brillantes descripciones (detallistas, pero sin caer en el aburrimiento), su maravilloso ingenio a la hora de trazar toda la trama. No creo que fuera tarea fácil montar toda la historia con los fragmentos de los diarios de los distintos personajes (principalmente de Jonathan Harker, Mina y Seward, aunque también de Lucy y Van Helsing), cartas de distinto tipo y otros documentos interesantes. Aún así, Stoker lo hace con maestría, gracia, originalidad y habilidad, insisto que sin aburrir en ningún momento, y haciendo que el lector se meta cada vez más en la historia. ¿Cuántos autores hoy en día podrían presumir de lo mismo? 
 
Abro aquí un inciso para señalar que la primera parte de la novela, la que nos habla estancia de Harker en el castillo de Drácula, podría verse como un relato por sí mismo. Aunque, por supuesto, siempre es mejor seguir leyendo y saber qué ocurre más adelante. 
 
La edición de la que hoy hablamos viene acompañada por las ilustraciones de Beatriz Martín Vidal. No son muy numerosas. No obstante, he de decir que la autora ha sabido captar a la perfección el espíritu gótico de esta obra en ellas, de manera que su presencia enriquece el libro. 
 
¿Qué por qué es cazado el vampiro, si es tan poderoso y temible?, os preguntaréis finalmente. Eso no os lo voy a decir. Si no os habéis leído aún el libro, o lo habéis hecho pero no lo recordáis, haceros con un ejemplar, preferiblemente de esta gran edición de Anaya, y averiguadlo por vosotros mismos. Estoy segura de que quedaréis harto satisfechos tanto con el final del conde como con el resto de la trama. Es lo que sucede cuando te topas con una novela verdaderamente magistral, como esta. Y hasta aquí, como se suele decir, puedo leer. (O, mejor dicho, escribir).
 

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