ME HE VISTO ‘IRON FIST’, Y YA SE KUNFÚ… (El oscuro mundo de las artes marciales)
-Bienvenido homble occidental… En este templo ancestlal aplendelás que las Altes Malciales son palte de una filosofía.
-Cuando te ataque un enemigo más fuelte que tú, utiliza el podel de tu glito, de esta manela… ¡¡¡ SOCOL-LO…!!!
-Un luchadol debe cuidal su alimentación. En el comedol del monastelio se puede vel un caltel que dice, “Oh extranjel-lo, sabol-lea tu tazón de sopa de al-loz… Deléitate luego con un plato de al-loz cocido… Y toma un bocado de al-loz sazonado con hielbas amalgas... ¡También tenemos sándwich de chol-lizo…!”
-(Coro)- ¡Uke... Uke... Uke...!
- Cuando te enflentes con un luchador más fuelte que tú, debelás movelte más lápido que él… Y si te alcanza… ¡que Dios te ayude!
-(Coro)- ¡Uh… Qué miedo!
-Debes tenel modelación en tus costumbles… Ya lo dijo el poeta… "Anoche sobre la luna, vi clalamente dibujado un dlagón con plumas… ¡Debo bebel menos…!"
-Cuando te encuentles con un luchadol más fuelte que tú… La táctica defensiva no basta… Hay que usar la táctica ofensiva... Lo enflentas y le glitas: ¡¡¡ MALICÓN…!!!
-El camino de la sabidulía es lalgo… Encontlalás la fuelza en Kioto… Encontlalás la destleza en Kuwen… Pero la paz... La Paz solo la encontlalás en Bolivia.
-Si aquel que dice sel tu mejol amigo te clava un puñal en la espalda… ¡debes desconfial de su amistad…!
- Las Altes Malciales, son palte de una filosofía, y NO deben sel consideladas un alma… Pol eso, lecuerda…
¡¡¡NO HAY NADA COMO UN BUEN REVOLVER…!!!
Esta inigualable sátira de “Les Luthiers”, que me he permitido adaptar para la ocasión, es creo yo una muestra perfecta del tema que vamos a tocar este sábado noche.
¿Qué hace que las artes de combate orientales resulten tan atractivas para el gran público?, ¿el cine?... ¿la Tv?, ¿los comics?... ¿las novelas?, y sobre todo… ¿cuál es la causa de que tantos sinvergüenzas puedan ganar tanto dinero estafando con ellas durante tanto tiempo?
El mundo marcial tiene profundos claroscuros, en el conviven por un lado gente que ha comprometido su vida a dar una buena formación a sus alumnos, honesta y de calidad, grandes maestros, profesores y monitores, como por ejemplo mi amigo y colega Patrick Oviedo Tébar, que lleva muchos años dando siempre lo mejor de sí mismo a sus alumnos.
Alguien que, aunque no posea la fama mundial de otros, una fama que a veces, digámoslo amablemente… es cuestionable, tiene una trayectoria profesional intachable.
Él, que es un antiguo alumno del reconocido maestro de Goshindo, Juan Antonio Castro Santiago junto a uno de sus compañeros, Javier Uma Ramirez, otro maestro de probada honestidad, han decidido embarcarse muy a pesar de los tiempos que corren, en una aventura llamada “Asociación Deportiva Goshindo Ikigai de Cataluña",, una novedosa concepción de sistema de combate orientado principalmente, a la formación tanto física como mental equilibrada de sus practicantes.
Por otro lado, están todos esos “Grandes Maestros”, Bugyôs, Dôshis, Buchôs, Sôsais, Kanchôs, Hanshis y demás fauna de cartón piedra, que no tienen demasiado que ver con los cargos reales que se conceden los unos a los otros, o en el peor de los casos se los auto atribuyen sin necesidad de intermediarios, ¡así, en crudo… que es como mejor sienta!
Son una ralea infame que, desde los inicios de la llegada de las artes marciales a occidente, se ha especializado básicamente en “vender humo”, haciendo un negocio floreciente del engañar a los incautos.
Seamos sinceros, cuando hemos vemos una película de acción, al salir del cine nos quedamos fascinados por lo que pueden hacer, personajes de la talla de Bruce Lee, Chuck Norris, Jet Li, Tony Jaa, o Steven Seagal con sus manos desnudas, o Toshihiro Obata con una katana, (¡No… definitivamente Tom Cruise no cuenta!), en ese fugaz momento, absolutamente todos desearíamos ser capaces de hacer lo mismo, y esa pequeña necesidad, a veces, parece que se instala en el fondo de nuestra conciencia de forma permanente, provocando que, en consecuencia, la idea de estudiar un arte de combate nos sea muy atractiva.
Y entonces es cuando viene el dilema, ¿Dónde encuentras al maestro adecuado?
Esto es una verdadera lotería, y si no tienes unos mínimos conocimientos sobre lo que vas a hacer, (e incluso en ocasiones teniéndolos), es relativamente fácil que caigas en las garras de cualquier desaprensivo. Líbreme nuestro señor Satán de dar consejos a nadie peeeero… desde mi propia experiencia personal yo diría que hablar con algún conocido vuestro que sí que tenga nociones sobre el tema puede ser una buena idea, y el hacer un par de clases de iniciación puede ser interesante para “ver el ambiente”, sin ideas predeterminadas, pero intentando ser ecuánime con lo que se observe.
Porque la verdad es que no hay un patrón, uno podría pensar, y de hecho yo mismo estaba convencido de que había más cantidad de seudo maestros entre los que “creaban un nuevo estilo”, que entre los llamados “maestros tradicionales”, pero a la vida le encanta hacer añicos nuestras conclusiones, y ahora os podría decir perfectamente que hay “malas hierbas” en ambos lados del camino.
En la parte, llamémosle “moderna”, hay algunos mendrugos que se apuntan para hacer cualquier deporte de contacto ya sea tradicional o no, y lo dejan en pocos meses porque son tan torpes que son incapaces de efectuar bien ninguna técnica. A partir de ahí crean “su propio arte marcial oriental”, (aunque la hayan creado en Soria), y se otorgan a sí mismos un décimo dan o similar, sin embargo, también hay gente honesta e inteligente que decide tomar su propio camino, como los amigos de "Goshindo Ikigai", que han desarrollado un sistema de combate honesto, realista y evolucionado, sin sacrificar sus raíces técnicas ni filosóficas, pero manteniendo un equilibrio entre todo.
En cuanto a los tradicionales, podríamos decir que entre toda esa gente honrada que preservan la antigua cultura marcial oriental, y que solo están motivados por el respeto a los orígenes de lo que practican, también se camuflan un cierto tipo de “listos”, que han aprendido que “la mágica magia y el misterio misterioso del lejano oriente”, venden más y mejor en este mercado saturado que es la oferta marcial actual.
Personajes delirantes, que de verlos encuadrados en una película cómica, harían que pensáramos que el guionista estaba exagerando, auténticos especialistas en “remezclar” tanto filosofías orientales “naif”, artes marciales “supuestamente extinguidos”, psicología barata, verborrea sobre auras y supuestas energías internas “cuasi mágicas”, con una pizca de paranoia y exaltación de la propia “autenticidad”, en productos específicos, revestidos de un cierto tinte “new age”, creados para ser vendidos a personas que en realidad, buscan huir precisamente de todo lo que suene a “moderno” y ha alejado de las raíces antiguas de las artes de combate, y que por ello, acaban convirtiéndose en las victimas ideales para estos “vendedores de humo”.
Pero esto dista mucho de ser nuevo, tal y como ponemos de relieve en la imagen central de este artículo, (que queda justo encima de este párrafo), mucho antes de internet y del auge del cine “wuxia” durante los 70, ya existía un cierto nivel de negocio con ese tipo de “habilidades”, de hecho, la proliferación de anuncios en las revistas de finales de los 60 y principios de la siguiente década sobre presuntos “maestros misteriosos”, que algunas veces incluso hasta aparecían como “perseguidos por los maestros tradicionales por desvelar los secretos de las artes marciales a los occidentales”. Tengo que reconocer que soy realmente muy fan de este tipo de “vividores”, sobre todo de gente como el “Maestro de la Máscara Blanca”, o el “Conde Chocula”, (¡Ay, perdón, se me ha escapado…!, quería decir el “Conde Drago”), y sus barrocas presentaciones, cargadas siempre de un “misterio”, un tanto infantil.
Además admito que me rio mucho con esos anuncios, en los que se pregona la “letalidad” de lo que practican, como si cualquiera leyendo esos libritos de 100 páginas que vendían, pudiera llegar a convertirse en un “guerrero legendario” con solo unas semanas y sin esfuerzo físico alguno…
La verdad es que me recuerdan tanto al principio de la película “Kung Fu Sión”, o a las “fantasmadas” de “Jombochu”, que si no fuera porque me cabrea profundamente que se juegue con la buena fe de las personas, me provocarían carcajadas, porque al fin y al cabo son casi intercambiables.
¿Qué es lo que motiva a este tipo de “personajes”, a intentar engañar a los demás en algo que es complicado, de lo que desconocen absolutamente todo, y sin ni siquiera documentarse sobre su realidad…?, ¡esa es una muy buena pregunta!, sinceramente, mas allá de poder hacer dinero fácil, se me escapa si hay cualquier otro motivo que los empuje a ello.
Aunque creo honestamente, que, si en algún momento se paran a reflexionar en lo que están haciendo, deberían de plantearse dejar estos temas aparcados, ya que en un campo que realmente se centra en torno a la violencia más o menos controlada, es realmente fácil que cuando “se descubra el pastel”, alguno de sus alumnos decepcionados le pueda partir la cara, eso, si no decide denunciarlo por estafa y acaba con sus huesos en la cárcel, y ¡seamos serios!… esto no es televisión, y nunca van a ganar suficiente dinero para compensar eso.
Y finalmente llegamos a la parte realmente divertida del articulo... ¿Qué, o quien es “Jombochu” …?
¿Recordáis esas películas más bien malas que suelen pasar en “Antena-3”, a primera hora de la tarde, (justo después de la hora de comer), con la que es fácil “echarse la siesta”, y que todas tienen en común como dice el cartelito de la presentación, que “están basadas en hechos reales”, pues “Jombochu”, también…
“Jombochu” es un personaje basado en uno de estos “sensei de pacotilla”, que partiendo de una base técnica mínima que adquirió hace muchísimo tiempo, se ha autoconstruido una imagen grandiosa de gran maestro y cabeza de linaje de una Ryu-Hâ, es decir, una escuela tradicional, (obviamente propia), de un arte marcial japonés.
La idea surge básicamente del profundo cabreo que me sobreviene, al quedar desenmascarado un presunto experto en artes de combate oriental, al que conocía desde hacía casi treinta años, y con el que creía que tenía unos fuertes lazos de amistad más allá del tatami, comprobando por mí mismo, que no solo todas sus titulaciones son “papel mojado”, sino que prácticamente ha vivido toda su trayectoria marcial tomándole el pelo, (y el dinero), a sus alumnos.
Y no voy a citarle por su nombre real únicamente porque estamos intentando analizar la figura que ha construido a su alrededor, un personaje que posteriormente ha devorado a su creador, de la misma manera que a veces un actor es anulado por lo que desarrolla en la pantalla, hasta el punto de desaparecer como ente real, y solo ser recordado por su interpretación, algo similar a lo que ocurrió con Bela Lugosi, que termino creyéndose de tal manera que era Drácula, que se hizo enterrar envuelto en su capa de vampiro, convencido de que se levantaría de entre los muertos.
No quiero haceros ningún tipo de “spoiler” del contenido del programa, pero os garantizo que las aventuras y desventuras de “Jombochu”, en el mundo de las artes marciales y la “alta seguridad internacional” dan para libro, novela, o lo que le echéis, ya que sus andanzas son más épicas que una película de Austin Powers.
Y tengo que agradecer la colaboración de muchos de sus, llamémosles “alumnos descontentos”, y también, como no, de “alumnos actuales”, que reconozco que han sido de muchísima ayuda a la hora de documentar fehacientemente las “trapacerías” de este “Caballero de la orden de Malta, y Samurái a tiempo parcial” para poderlo desmontar paso a paso.
El sábado veremos cuanto de verdad podemos encontrar entre tanta bruma...
Esa noche, el combate estará servido, y vamos a ganarlo…
Y entre tanto, os dejo con la única serie de artes marciales, en la que el hecho de que el maestro sea una rata de cloaca, resulta hasta natural...
¡Ah…! Y también os añado el video completo del que saque el dialogo de la cabecera del artículo, porque estoy convencido que vale la pena disfrutarlo…
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