Título: Las mil caras del monstruo
Autores: Varios
Editorial: Bracket Cultura
Págs: 164
Precio: 17 € / 6 € (ebook)

Todos le tenemos miedo a algo. No hay que avergonzarse por ello. Al fin y al cabo, estamos programados para sentir temor y no morir a la primera acción temeraria que nos de por cometer. Ahora bien, ¿a qué le tenemos miedo? A un sinfín de cosas abstractas, aunque, admitámoslo, también a muchos seres tangibles (al menos, en nuestra imaginación) a los que denominamos “monstruos”. De todo esto y mucho más va “Las mil caras del monstruo”, la antología de relato breve publicada por Bracket Cultura de la que hoy os hablaré.
“Las mil caras del monstruo” es un libro compuesto por un total de doce relatos de extensión variable (algunos, como “Invasión, de Ismael Martínez Biurrum y “Los arácnidos”, de Félix J. Palma son casi novelas cortas) precedidos por un prólogo escrito por Ana Casas. Este proyecto que pretende, tal y como indica el título, mostrarnos monstruos desde los más variados puntos de vista, ha sido coordinado por el también escritor José Luis Espina.
Los cuentos contenidos en esta antología han sido escritos por Fernando Iwasaki, Manuel Moyano, Patricia Esteban Erlés, David Roas, Ángel Olgoso, Andrés Neuman, Félix J. Palma, Santiago Eximeno, Juan Jacinto Muñoz Rengel, Pablo Martín Sánchez, Raúl del Valle y Ismael Martínez Biurrum. Todos ellos, a excepción de “La familia y uno más”, de Raúl del Valle, han sido publicados anteriormente, de ahí que no sea raro que los lectores aficionados al género del relato breve se hayan topado anteriormente con alguno en sus libros de origen. Yo, en concreto, había leído anteriormente “Los arácnidos”, “Azul ruso” y “El precio del placer”. La relectura de estos relatos ahora, en este nuevo contexto, sin embargo, me ha dado mucho que pensar (en los monstruos, sobre todo).
Título: Lantana: donde nace el instinto
Autor: Darío Vilas
Editorial: Dolmen
Págs: 256
Precio: 16,95 €

Uno de los factores que más me atraen de los libros de zombis es la explicación que se le da a la aparición del fenómeno. Admito que soy especialmente puntillosa en cuanto a las razones científicas, cuando las hay (cosas de haber estudiado una carrera de ciencias). Aunque también que me gusta que me sorprendan con explicaciones nada convencionales como, por ejemplo, la que encontramos en “Lantana: donde nace el instinto”, la novela de Darío Vilas que hoy os vengo a comentar.
Nacho, un joven gallego, viaja a la próspera ciudad de Lantana, en el sur de España, con la excusa de un trabajo en una de las fábricas de la localidad. En realidad Nacho huye de su eterna soledad de niño de padres desinteresados y juventud inadaptada, y espera comenzar una nueva vida en la ciudad en medio del desierto. ¿Será esto posible? El conocer a Mari y su hija Ángela en su mismo bloque, y luego a Niilo, el mendigo violinista, le hará pensar que sí. Sin embargo, hay algo raro en Lantana, algo relacionado con el pozo que desde hace años se excava en su desierto. Eso que Nacho no sabe explicar le perseguirá día y noche hasta por fin hacerse del todo visible. Y cuando lo haga, ya nada volverá a ser igual para la humanidad.
Un zombi es un muerto que anda, gruñe y devora personas, por increíble que esto resulte. Si bien la explicación clásica a este curioso fenómeno la encontramos en el vudú y en los años setenta u ochenta nos querían convencer que todo era culpa de un vertido tóxico o nuclear, en los últimos tiempos, la enfermedad de los zombis se ha intentado explicar por la aparición de un temible virus. Todo esto está muy bien, pero si el zombi en sí es algo sobrenatural (tanto como los vampiros, los fantasmas y los hombres lobo), ¿por qué no darle una razón de corte fantástica al asunto? Y si el motivo es la mar de terrorífico, como el que encontramos en el misterioso pozo de Lantana, mejor que mejor, ¿no creéis?
“Lantana: donde nace el instinto”, aparte de ser la precuela de “Instinto de superviviente”, es una novela de zombis totalmente atípica. Primero, porque salen menos zombis que en otras novelas del género (lo cual tiene sentido si tenemos en cuenta que esta novela intenta dar una explicación al brote de muertos vivientes).
Título:La condesa sangrienta
Autora:Alejandra Pizarnik
Ilustraciones:Santiago Caruso
Editorial:Libros del Zorro Rojo
Págs:59
Precio:10,90 €
La Historia nos deja continuamente constancia de lo terriblemente cruel y malvado que puede llegar a ser el ser humano. Algunas de estas horribles acciones son cometidas por colectividades o por personajes anónimos. Otras, sin embargo, son realizadas por seres cuyos nombres han trascendido notablemente. Este es el caso de Erzébet Báthory, la condesa húngara del siglo XVII conocida por sus crímenes de sangre. Ella es la protagonista absoluta de “La condesa sangrienta”, el libro de Alejandra Pizarnik del que os hablaré a continuación.
Erzébet Báthory es un personaje singular a la par que terrorífico, una mujer de alta cuna que disfrutaba con la tortura y el asesinato de las más indefensas jovencitas a la par que se obsesionaba por conservar eternamente su juventud (lo que la llevaba a cometer más crímenes). Su figura, su maldad, ese halo de misterio que la envuelve, hacen de la condesa sangrienta un ser atrayente para lectores, escritores, historiadores, etc, a lo largo y ancho del planeta. No es de extrañar, por tanto, que Valentine Penrose le dedicara un libro; tampoco que Alejandra Pizarnik le dedicara a su vez a dicho libro un extenso artículo: el que hoy nos ocupa.
¿Es “La condesa sangrienta” una reseña extensa del libro de Valentine Penrose? Para mí es difícil decirlo con exactitud, pues no he leído la obra de Penrose. De ella solo sé lo que Pizarnik dice al comienzo de este texto, esto es, que se trata de un largo poema escrito en prosa elaborado con los datos reales de la vida de la condesa. Clasificaciones aparte, lo que sí puedo afirmar es que “La condesa sangrienta” es un libro con gran valor en sí, pues gracias al mismo el lector se acercará de forma detallada a la vida y obra de Erzébet Báthory, una mujer tan rica en matices como en malas intenciones.